Mr. Bean ve su programa favorito en la televisión, pero los ruidos de los Bruisers lo distraen, incluso cuando lleva su televisor alrededor de su apartamento en un intento de huir de los ruidos. El espectáculo termina al llegar al armario (el único lugar absolutamente tranquilo), lo que enoja a Bean hasta el punto de vengarse grabando todos sus ruidos y usándolos por la noche para mantenerlos despiertos.