Retrato sosegado e íntimo de un legendario artista en activo, el fotógrafo estadounidense Elliott Erwit, a través de la mirada de su amiga, la fotógrafa Adriana López Sanfeliu. El trabajo realizado por Elliott a lo largo de su vida es un testimonio del poder de la imagen. Según la directora, el objetivo era llegar a un icono de la fotografía como Elliott a través de su espacio personal, desde los márgenes de sus fotografías o a través de los silencios en las conversaciones. Dichas conversaciones son espacios abiertos de intimidad compartida donde un tema, una imagen, una pregunta o un recuerdo se convierten en un paso de baile que, unas veces en armonía y otras en disonancia, darán pie a algunas respuestas y aún más preguntas.